Porque hay a quien le gusta el olor reciente de un café cortado. Porque hay quien grita "touché!" cuando se encuentra una mirada diferente. Porque cruzar en rojo da la vida y con los ojos cerrados se llega antes a ese otro lado adictivo, furtivo y agridulce. Porque las entrelineas guardan los secretos y ayudan a imaginar. Bienvenidos, pasen y lean...

29 diciembre 2008

SIETE MÁS UNO

(Al poeta, por el otoño-invierno de la punta de la lengua que murió de felicidad chupada sin medida alguna)
(Al maestro de esgrima, que vivió lentamente haciéndome sangre)
Mis abuelos se casaron por tercera y alguien abrió una cafetería esquinada en la avenida que tenía las paredes malva. Aprendimos el arte de coser carne de hombre en un cuarto de hora y el rey dijo la palabra crisis. Luis me llamó por segunda para decirme que había roto otro condón y me alegré por un momento de estar durmiendo sola. Saqué el teórico y suspendí una vez el práctico. Aprendí a aliñar ensaladas con miel y soja y me enganché al té de fresas con nata. Jose se mudó a la habitación de enfrente y me pintó la vida con abrazos. Me hice con la planta seis, blefarospasmos, la argentina de Marsol y el café de los adjuntos casi sin quitarme ropa. Me ofrecieron un puesto de amante y otro de comercial, y a los dos dije "el siguiente". Me echaron de clase y un cura me preguntó si trabajaba en radio. Chaouen cantó semilla en la tierra después de la tercera voz y Bea durmió en el salón. Conocí poetas, genios, camareros, idiotas, dueños, un par de grandes con guitarra y luces amarillas de Savor. Enamoré a varios hombres y me volví loca por uno. Aprendí a robar objetos sin valor y mandé tantas cartas que el cartero se jubiló antes de tiempo. Rebeca, Lau, María, Sara y yo bebimos en el Molly tanto que volvieron a brotar barbaridades con denominación de origen. Mi padre descubrió que su hija no era tan golfa y se llevó una decepción. Metimos un perchero blanco en un Ibiza blanco, nos persiguió la Sexta, y la nieve nos caló en una ciudad que no era tuya ni mía, pero un poco de los dos. Aprendí a hacer el amor. Me reí del sexo. Bebí más de lo que pagué. Pagué menos de lo que te debía. El desayuno se convirtió en vocación y el allanamiento de morada en puro vicio. No pisé historia, patología general ni el suelo bajo la mesa de tu jefa. Mudé los pies al salpicadero y las plantas al parabrisas mientas conducías. Y volé en el ocho. Volé tanto en el año ocho que me dan ganas de volarlo todo si el nueve no se viste de tu boca escarbándome con rabia las células del pecho.
Que
dan
ganas
de romper
con todo,
Que.
(que te quiero)

¡¡¡Feliz año a todos!!!
Espero que metáis el pecho en el nueve
rompiéndole la espalda al resto del invierno.
Nos vemos en febrero (quizá...)
Hasta entonces...un beso rojo



22 diciembre 2008

EL DON DE LA SABIDURÍA

Ahora que lo sabes,
ahora que saben cuantos elefantes ahogaría en la bañera
si el tapón fuese redondo,
y corriendo por un borde llegase a todo
lo que al otro, tiene tu puñetero nombre.

Caramelizado como la manta

con la que te tapo cuando el mundo grita suerte.

Y ahora que saben que la suerte
la tenemos refractada en el tercio de todo lo invisible
cuando el aire se me empacha
de follarte en el sofá como quien devora sauces.

Ahora que lo sabes,
que sabes lo que se me clavan los doscientos incisivos
ahórrate el frío y niévame el resto de diciembres
porque que yo recuerde,
no tendré nada mejor que hacer en primavera.



12 diciembre 2008

ROJA, QUE & DELGADO

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Roja Que & Delgado
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Cruzando(te) la boca en El Savor
Miércoles 17 a las 22:30...
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08 diciembre 2008

MIDNIGHT PASSION

Se pintaba lentamente las uñas de la mano derecha. Se pintaba con una sutil y voraz delicadeza las uñas de la mano derecha mientras contemplaba a segundos alternos su reflejo en el espejo del armario, que por alguna razón seguía abierto. Si giraba la cabeza rozándose la nuca con el pelo podía observar, delirante, las puntas del electrocardiograma del cielo de Madrid. Y si hubiera disuelto lo disuelto de sus ojos en las olas de la mesa, se habría ahogado en el mar Rojo de su taza humeante de té de fresas con nata. El radiador de la esquina, ese radiador cuya anterior dueña podría perfectamente haberse llamado Felisa, o incluso Gúdula, adornaba la habitación con una temperatura que permitía que su piel quedara al aire, y bailando con éste, los primeros acordes de Why does it always rain on me? Probablemente fuera llovía la muerte del color carne, y probablemente yo ni siquiera escuchaba el tambor de las gotas de agua sobre la poyata. Se pintaba lenta y vorazmente las uñas de la mano derecha porque era con la derecha con la que me masturbaba. O eso fue lo que me respondió cuando le pregunté por la izquierda. Después saboreó altivo y encantado mi cambio de color mientras el Midnight Passion se secaba a la revolución autocrática del clímax de sus falanges.

01 diciembre 2008

KAMCHATKA


Entonces respirar por la boca era como Kamchatka, y la sangre que pisábamos corriendo descalzos flechas de proximidad en la autopista. Y al final nunca pasamos por Nankín, ni descolgamos aquellas bragas del pomo dorado de la puerta. Tampoco fuimos a cazar zorros lanzándoles naranjas ni a vender órganos mudos de indigentes. No tuvimos hijos ni matamos perros. Respirábamos por la boca mientras corríamos recordando todo aquello de lo que no teníamos ni tendríamos recuerdo. Yo no enterré a tus padres y tú no desenterraste a los míos, ni mis abuelos resucitaron a los curas del pueblo, ni siquiera rompimos un espejo con el grito de un orgasmo. Corrías y nunca aprendiste a hacer arroz con leche, corría y nunca nadie supo lo que me encantaba que me pitasen los oídos y mi capacidad para que los demás se comprasen una trompeta. Ni complejo de clavo. Ni ojos de plato. Ni Edipo en el puchero. Y ya ves nunca nos hicimos viejos, ni volvió a nuestros ojos la República mientras comíamos pastas de té. Ni casi crujían los huesos de niños en los ceniceros. Al fin y al cabo correr por las vías en sentido contrario al tren que se dirigía a Kamckatka era como respirar por la boca. Y lo de resistir un estúpido cuento para cobardes que no entraba en nuestros planes.