Porque hay a quien le gusta el olor reciente de un café cortado. Porque hay quien grita "touché!" cuando se encuentra una mirada diferente. Porque cruzar en rojo da la vida y con los ojos cerrados se llega antes a ese otro lado adictivo, furtivo y agridulce. Porque las entrelineas guardan los secretos y ayudan a imaginar. Bienvenidos, pasen y lean...

29 abril 2009

ESTA NOCHE...

EN RADIO PERSONA

A LAS 22:00

EN EL CAFÉ MODERNO



26 abril 2009

CAMBIO CLIMÁTICO

Para Lara...

Siempre tuviste un mar en cada ojo y la calma en la palma de las manos. Todas las respuestas en la base de la lengua, que jugaba con los dientes como delfines en un plato. Y de la punta de tus pies a la punta de mis pies un par de décimas de fiebre o un par de marcapasos. Por eso me gustaba caminar a tu lado entre los restos de septiembre de los restos del verano, ver alguna que otra película, seguir vías neuronales, reírnos de la falda bioestadística por excelencia y provocar anemia de twist al torrente sanguíneo de la máquina de monedas. Y en cambio, el cambio climático nos cogió poco a poco y por sorpresa. Nos heló el chocolate, los planes, las monedas, nos confundimos de acera y de país inventado, y cada una cogiendo al mundo por un lado. Y tú como la mano invisible del padre en la bicicleta, y yo, sin frenos, cogiendo curvas en el extrarradio. Y menos mal que otro cambio de los nuestros absurdos y climáticos ha traído de las orejas y de vuelta al verano. Porque te echaba demasiado de menos, y regar con ojos (y pañuelos de menta) el casco antiguo ha sido el antídoto del año.

18 abril 2009

EN CONCIERTO...



Esta vez no es un recital de poesía
ni tampoco una colaboración...
Por primera vez este miércoles cantaré todas mis canciones
en El Savor y con la compañía del genial Javi Ezpeleta

Sería un placer que nos cruzaseis...

(San Justo 28, a las 22:30)

13 abril 2009

COSAS DE NIÑOS (de más de siete niños)

Es sencillo imaginarlo. Como hacen los niños pequeños con la crin albina de los unicornios y la piel dura del lomo de un dragón. Imaginar sus ojos rojos y sus manos frías, llenando un vaso de agua a la mitad. O quizá un poco menos. Rompiendo la parte superior de un sobre que se reza dueño del sabor de las naranjas. Vertiendo el contenido en el agua y doblando sobre sí mismo el sobre, con las puntas de los dedos, lentamente, para luego remover con él el polvo de la fruta plantada en un vaso de cristal con tres dedos de agua. También puedo imaginar como tocaría su frente caliente y besaría unas décimas por encima de la media, que harían de su piel el vientre perfecto del verano de mi vida. O cómo brotan las flores del naranjo diminuto que creció en el vaso medio lleno que olvidamos a la luz de ventana. Si cerrase los ojos, podría incluso verlo. La yemas de mis dedos paseando por su brazo, rozando el umbral de las cosquillas, para luego clavar las uñas en el spring final (sí, de primavera), hasta llegar a la meta del escalofrío en forma de sonrisa con barba. Imaginar los Newtons que ejercen las falanges de sus dedos sobre una lazada en los zapatos, acostumbrados, más que al suelo, al aire que durante los terremotos se desliza entre los surcos de las suelas. Como el amor que a veces se cuela entre las sábanas de hotel en las noches de sexo. Imaginar su ropa doblada al revés, sufriendo la metamorfosis del reverso al contacto con el primer rayo de sol, sus pestañas amenazando la compostura del cielo de Londres, las teclas gastadas de su ordenador, y el olor de su cuello cuando dista de la punta de mi nariz un límite que tiende a menos infinito. Cosas de niños, ya sabes, las de poder imaginar absolutamente todo lo que quieres o de poder querer (tanto) aquello que imaginas. Además siempre tuvo un unicornio y un dragón en la caja de mimbre que guardaba sus juguetes.

06 abril 2009

PRONÓSTICO RESERVADO

1.
El paciente número uno paseaba la vida hacia atrás. Incapaz de darse la vuelta, caminaba siempre de espaldas, así que empezó a criar talones en las puntas de los pies, y los dedos de sus manos tenían sabor a codo. Dormía boca arriba, así que por lo menos conseguía librarse de los asesinatos de la mafia.
Llegó a urgencias a las veintidós treinta del sábado 21, refiriendo un intenso dolor de cabeza provocado por un golpe despistado en la nuca.
Pendiente de diagnóstico.


2.

La paciente número dos acude regularmente a consulta en psiquiatría para tratar sus trastornos obsesivo compulsivos. Uno de ellos le obliga a lavarse las manos con jabón de coco cada vez que toca algo que no sea su pelo. También se trata su ecolalia transitoria por la cual, a veces, repite de forma inmediata, fiel y sin sentido palabras o frases pronunciadas por otras personas y que acaba de oír. Además presenta una esterotipia motora, es decir una repetición reiterada e innecesaria de un gesto, que en su caso consiste en mesarse el cabello. Por todo lo anterior la paciente acude a terapia en el centro dos veces por semana, los miércoles y sábados.
Salió de su terapia el sábado a las veintidós veintidós, a las veintidós veintitrés volvió a entrar cruzando la puerta a la pata coja, salió de nuevo, volvió a entrar y a salir a las veintidós veinticuatro, otra vez a la pata coja. Continúa entrando y saliendo hasta las veintidós veintinueve del sábado 21, cuando al salir por enésima vez, justo en la puerta de urgencias, se golpea la cabeza contra un transeúnte que caminaba de espaldas.
Pendiente de diagnóstico.

3.
La paciente número tres llega en camilla a las veintidós treinta y uno. Refiere un desmayo justo en la puerta de urgencias, y presenta un nerviosismo generalizado. En las pruebas iniciales se aprecia un estancamiento de personalidad, que se ha quedado en la etapa infantil en la que se aprende a seguir con la vista y el cuerpo cualquier objeto que se cruza frente a los ojos. En este caso, la paciente se enlaza de manera directa con cualquier persona que le cruce la mirada, y se queda frente a ella mientras dure el contacto visual. Como el noventa y nueve por ciento de las personas apartan la mirada tarde o temprano, la paciente es vagabunda.
Entra en urgencias el sábado 21 a las veintidós treinta y dos, después de haber seguido la mirada de un hombre que caminaba de espaldas, desmayada al verle caer en la puerta.
Pendiente.

4.
El paciente número cuatro es uno de nuestros enfermeros. Aquejado de un excesivo celo y de un excesivo desinterés personal e interés por los demás. Acude a la salida de urgencias para socorrer a tres personas semi-inconscientes, pero justo cuando cruza la puerta empieza a convulsionar por un shock anafiláctico. Uno de sus compañeros de planta que había estado con él unos minutos antes relata ambos habían bajado juntos en el ascensor del hospital. Al entrar en éste, el enfermero golpeó sin querer a una mujer que estaba dentro tocándose un mechón de pelo y le pidió disculpas, acto seguido la mujer comenzó a hacerle burla y él sonriendo le besó la mano. El enfermero presenta alergia al coco.

5.
Es muy tierno verles follar en la sala de cuidados intensivos. Tumbado en el suelo, el paciente incapaz de darse la vuelta mira fijamente a los ojos a aquella que no le aparta la mirada. Nuestro enfermero, ya recuperado, les da de comer cinco o seis veces al día, los asea e incluso les lee novelas contemporáneas de éxito, mientras recibe un masaje en la espalda de una mano enfundada en un guante de latex que viste una mujer que se mesa el cabello de coco con la otra.