Porque hay a quien le gusta el olor reciente de un café cortado. Porque hay quien grita "touché!" cuando se encuentra una mirada diferente. Porque cruzar en rojo da la vida y con los ojos cerrados se llega antes a ese otro lado adictivo, furtivo y agridulce. Porque las entrelineas guardan los secretos y ayudan a imaginar. Bienvenidos, pasen y lean...

30 noviembre 2009

In the firebreak

I.

Arrasas a tu paso
como el cráneo de un bebé,

(allá en la cuarenta semana lunar),
y el horizonte sanguíneo parece
Darwin a la salida del colegio.

Nunca supiste diferenciar entre
asesinato, proceso de selección natural

y follarme a la deriva.
Nunca viste un vaso de gasolina,

ni al pirómano del condado

orinando en tu acera.




II. (rain in the firebreak)

Arrasas a tu paso
como el cráneo de un bebé,

suave,

acabalgado en tu mínimo diámetro,

blando.


Moldeas la carne como si fuera el arte

de soplar vidrio templado,

abriendo esferas transparentes en el aire

donde acunarme los días de ráfagas de viento.


Eres carne de mi carne
porque quiero dar a luz

cada célula convexa del amor de tus ideas.

16 noviembre 2009

DE VUELTA (Y MEDIA)

Llamaste nueve o diez veces puta a tu madre, en silencio claro. Zorra no, pero porque a los siete no andabas muy bien de polisémicas, y lo único a lo que hacia referencia esa palabra era a la prima lejana del cabrón del lobo de Caperucita. La llamabas puta, decía, cuando no te dejaba tocar nada. Porque se manchaba. Eso te provocó innumerables traumas que quedaron acantonados en tu cerebro, como si fuera un virus herpético, que volvía a brotar cada vez que tus defensas mentales caían en picado, como todos los electros que te hicieron antes de descubrir tu problema. Giros mentales que hacían que hicieses todas esas cosas, como lo de pegar los cromos de los futbolistas con la cabeza hacia abajo, verter la leche en la caja de cereales, escribir redacciones fantasma sobre tus vacaciones que suponían un suspenso, pues la goma sobre papel blanco solo la podía leer la gente como tú. Lo de empezar a los dieciocho besando el pubis a las chicas de tu edad, te hizo sin querer ser el rey y descubridor de las Américas sexuales cuando en la frente de tus compañeros no quedaba medio milímetro cuadrado libre del monstruo del acné.
Y quince años después vuelves a llamar puta a tu madre, esta vez gritando, porque aunque sigues con la piel al revés, manchando de sangre todo lo que tocas, con el corazón a la derecha, asustando de muerte a todos los residentes de cardiología del hospital universitario, aunque todo sigue igual de al revés que a los 7, ahora cuando yo estoy de vuelta tu ya te has ido y la puta de tu madre no sabe lo que te gustaría ponerme perdida a dos manos.

09 octubre 2009

09 septiembre 2009

PULPOS EN EL PECHO

Hay que joderse, porque juro que no lo sabía. No hacía falta contratar un asesino de lunes a viernes para matar el hambre. Somos mendigos de festivo que explotan como piñatas al son del ron con limón, y se quedan vacíos por dentro. Y más de medio sueldo en hombres con cara de loco asqueroso. Hay que joderse, insisto. Menos mal que la conciencia y el mar de Cortés. Porque para poder dormir había que hacer algo, calmar a las termitas que te roen la retina y te hacen mirar fino. Porque me tiraba horas en las aguas del mar de Cortés ayudando a crías de ballena a cruzar la línea que les separaba del plancton. Me encantaba mirar el movimiento de sus pequeñas colas bajo el agua, como cuchillos que acarician el H2 para que el O se les quede pegado a la piel hasta la siguiente curva. Me encantaba cerrar los ojos y sentirme una marioneta entre sus movimientos perfectos, que como casi todos los perfectos ni siquiera me rozan. Y dejar de ser un poco, a secas. Mojada. Menos mal que la conciencia. Y los asesinos, y que para dormir tú también nadabas con crías de ballena, porque no me gusta tener el árbol bronquial lleno de algas. Menos mal que la mermelada de fresa y el queso de cabra con miel y el zumo recién exprimido de naranja y muerte al hambre y a las ganas de cualquier cosa que no seas tú.
Hay que joderse, porque los asesinos que ya no contratamos nos mandan huesos de animales muertos para que hagamos caldo, supongo, los días de frío pero ni siquiera vienen a probarlo.

03 agosto 2009

Siempre tuve miedo a todo lo que no fueran
tus alturas,
y dicen
que la torre más alta que ha caído,
tenía vistas
a los pies de tu cama.

15 julio 2009

de partido

Pasarías por ellas como pasa el aire a través de un tiempo muerto
esquivando gotas de sudor en la frente de un rubio del norte,
setenta kilos,
deslizándote por ese trozo de piel dorada y rectangular,
que bien podría ser la cara interna de un transatlántico inglés
o de mi muslo cuando termina septiembre.
De la polio asintomática a la endocarditis infecciosa,
treinta y siete y medio -el termómetro en una bombilla-
y de ahí a la farmacia a por una caja de doce.
Yo, ya sabes, antes o después iría a la cárcel
pero nuestro sofá,
a eso de las diez de la mañana,
iba a ser el más feliz de todo el vecindario.

29 junio 2009

Se quedó a dormir con Irán,
que reprimía su inspiración como él en el baño

los gritos a los quince.

La hipoxia no entiende de edad,

ya sabes,

me decía con los labios azules y el mercurio desparramándose

entre las juntas de las baldosas,

como el amor en primavera.

22 junio 2009

STRIGIDAE

Separaba las plumas con el tenedor,
y cortaba con esfuerzo los tendones de sus patas en rigor mortis.
Destacaba la suciedad extrema del plumaje del búho con el brillo del filo de plata de la vajilla.
Un regalo de la abuela. Aún con las tripas fuera, el búho,
tenía mejor aspecto que la abuela.
Un trozo de carne le colgaba de la barbilla, y escurría un hilo de sangre propio de la carne cruda. Gotas de sangre y saliva mezcladas entre el vello de su barbilla.
Hirsutismo.
Una distribución del vello, propiamente masculina, en la mujer, debido a una sobreproducción de andrógenos. Eso le dijeron en aquella consulta. Un tumor en la médula de la glándula suprarrenal, que al comprimirse, (cuando defecaba, por ejemplo, al vestir pantalones que apretaban su cintura, por ejemplo) expulsaba una cantidad extra de hormonas masculinas a su torrente circulatorio.
Sonó el teléfono en el silencio de la casa.
Necesitaba un trapo. La servilleta estaba demasiado impregnada de la sangre del búho.
Un trapo en la boca.
Iba a vomitar.

15 junio 2009

CV

Antes de dedicarse a viajar por el mundo recortando con unas tijeras verdes erratas de libros escritos en cualquier idioma para después meterlas en cajas de música, se había dedicado a plantar huesos de durazno en la cuneta del kilómetro cero de cada estado. Para lo cual dejó su anterior empleo, que no era otro que robar cucharillas de café, luego fundirlas y dar forma a canalones para que cuando dejasen pasar lluvia a su través, el olor a Colombia inundase toda la avenida. Mucho antes había introducido su hocico en la compraventa de caballos mansos a los que volvía salvajes recitándoles palabras obscenas al oído sílaba por sílaba, hora tras hora, y haciendo el amor delante de ellos como si fuera un animal que al final del combate lame los ojos de su amante. Previamente tuvo que dejar el trabajo artesanal. Crear con sus manos ojos de muñecas, huecas por dentro, en las que los contrabandistas metían opio en el país. Claro, todo esto fue antes de que le echasen de la agencia literaria, y mucho antes de estudiar economía. Lo que nadie entendía era cómo cada 9 de septiembre ella metía todo lo que tenía en una maleta para seguirle y dedicarse, según decía, a aquello para lo que había nacido. Nadie pensaba, claro, que se refería a eso tan bien remunerado de ser feliz.

08 junio 2009

4/1

Acabo de salir.
Dos horas en un aula magna en la que destripan enfermos de cáncer en preguntas tipo test, (penalización 4/1), para que elijamos, muchas veces al azar, opiáceos que aliviarán levemente su dolor animal y metastásico. Quizá óseo, prostático, tal vez pulmonar. Obviamente no les curará de la muerte el hecho de que se les administren vía intravenosa, o el de que yo haya puesto una cruz negra, paradójicamente, en la opción A.
Acabo de salir.
Les tengo calados. A todos. Son simples. O yo muy lista. El cielo está nublado y la humedad del ambiente arruga los gestos como si fueran yemas de dedos de niños tras un baño caliente. Camino deprisa y sudo. Bajo unos 5 centímetros la cremallera de la cazadora hasta que destapo la porción superior de mi cuello. Esa que estaría abultada si tuviera pene, o si hiciera todo lo posible por tenerlo. Noto cómo el sudor se va enfriando, creando una película gélida que envuelve la base de mi cabeza, mientras el pelo, empujado por el aire, me oculta trozos de cara. Una mujer camina perpendicularmente a mí en un cruce. En esa esquina en la que hay una tienda de interruptores. ¿Cómo coño puede existir una tienda que exclusivamente venda interruptores? Me jugaría un ovario, ese que estaba crujiendo hace una hora, a que en el sótano hay doce blancas del este prostituyéndose treinta horas al día. La mujer se cruza por delante. Camina con los brazos balanceándose en un abrigo gris, abre la boca y deja caer mirando al suelo un escupitajo. Puedo ver perfectamente las burbujas cristalinas nadando en la saliva blanca y poco consistente de la mujer. Se gira levemente. Es demasiado posible que me haya visto el asco en la cara. Sigo caminando. Llego a la plaza del Oeste. Está en obras, no lo sabía. Parece que hace más de una semana que salí de aquí. Me cambio de acera. Me cruzo con una chica con el pelo corto, morena, ropa ancha. Lesbiana. Mucho. Me suena su cara. Mucho. Ana. Se llama Ana. Y fue conmigo durante un par de años al colegio. No la veía desde los cinco años.
Acabo de salir.
Doblo otra esquina. Una panadería. El panadero es rubio y parece ruso. Es exactamente igual que Pocholo. Con la coca espolvoreada sobre las magdalenas pone a tono a las putas del sótano de la tienda de interruptores. Me juego el otro. Ese no cruje. Sigo. Paso por la frutería. El chico debería haber dejado de intentar echarme un polvo el primer día que no respondí a su mirada entre las cajas de fresas. Ya ni siquiera le miro, pero sé que él sigue el movimiento coordinado de mi muslo y mi cadera hasta que me pierde de vista. Sigo, cruzo, acabo de salir y voy a entrar. Saco las llaves. Está empezando a pintinear. Ya sé que no existe esa palabra. Me la suda. Subo en el ascensor. Mi compañero de piso no está. Estoy sudando. Entro en mi cuarto. Ha hecho la cama. Se ha dejado su mp4 verde y ha hecho la cama. Me quito la ropa lo más rápido que puedo y me pongo el cabezal de un uniforme de quirófano. Sacyl. Lo robé en una práctica de anestesia. Éste y otro. La pelusa de debajo de la mesa tiene edad para emanciparse. Mi ropa interior está doblada encima de la cama. Volverá en 15 minutos y me mirará escribir tumbado.
Acabo de salir.
El opio. El monstruo del cáncer. Las rubias del sótano. El polvo de dentro de 15 minutos. Ser feliz. ¿Ser feliz ? La opción A.

16 mayo 2009

Together Better!!


30 de mayo a las 22:30
en Soul Station,
Cuesta de santo domingo 22
5€ en
6€ en taquilla
Te lo vas a perder???

11 mayo 2009

VOZ-ALES (o el Área de Broka)


Tenía que decir, y dije,
que un paraguas abría en canal mi esófago,
desgarrándolo como el útero de Dios,
y que la sangre tomaba el camino alternativo
que separa mi lengua del resto de las lenguas.


Dar la vuelta a la cuchilla, subirme descalza
y aliñar con el sudor del neopreno
el sudor de los ángulos obtusamente abiertos.


Dije que los dedos de los niños llevarían al infierno
a quien no supiese del diámetro mínimo de vida,
que un ramo de arrugas se muere de silencio
y que hacerle el amor (shhh) te dejaría completamente ciego.


Y ahora que ya no tengo nada que decir,
absolutamente nada,
que el mundo va perdiendo más decibelios que vinagre
y menos grados que líquido anticongelante,
ahora que callo como esas dignas mujeres que fuman,
simplemente me dedico a mirar la boca de los mudos,
porque ellos, al fin y al cabo,
siempre supieron lo que se hacían.

04 mayo 2009

EUREKA

Para tus 28 luces de Neón,
que ya las quisiera Edison...



El día que descubrió cómo la primera había crecido en su vientre fue el más extraño de su vida. La vio cuando después de matar a golpes al despertador, se metió en la ducha, dejando en el suelo su bata de guatiné, mientras el agua le iba surcando el torso. Pasó la mano un palmo más allá de su séptima costilla y notó su superficie fría y lisa. Los días siguientes fueron apareciendo más, de diferentes tamaños y potencias. En la cara interna de los antebrazos, en el cuello, en la espalda, pequeñas y de colores entre los dedos. Cualquier empresa de publicidad le hubiese contratado indefinidamente y miles de mujeres hubiesen arrancado orgasmos eléctricos de su regazo. Pero la mañana en la que tuvo una gran idea la explosión de su cuerpo fue tal, que los meses posteriores a su muerte no dejaron de crecer en los alrededores de su casa flores con filamentos de tungsteno como estambres.

29 abril 2009

ESTA NOCHE...

EN RADIO PERSONA

A LAS 22:00

EN EL CAFÉ MODERNO



26 abril 2009

CAMBIO CLIMÁTICO

Para Lara...

Siempre tuviste un mar en cada ojo y la calma en la palma de las manos. Todas las respuestas en la base de la lengua, que jugaba con los dientes como delfines en un plato. Y de la punta de tus pies a la punta de mis pies un par de décimas de fiebre o un par de marcapasos. Por eso me gustaba caminar a tu lado entre los restos de septiembre de los restos del verano, ver alguna que otra película, seguir vías neuronales, reírnos de la falda bioestadística por excelencia y provocar anemia de twist al torrente sanguíneo de la máquina de monedas. Y en cambio, el cambio climático nos cogió poco a poco y por sorpresa. Nos heló el chocolate, los planes, las monedas, nos confundimos de acera y de país inventado, y cada una cogiendo al mundo por un lado. Y tú como la mano invisible del padre en la bicicleta, y yo, sin frenos, cogiendo curvas en el extrarradio. Y menos mal que otro cambio de los nuestros absurdos y climáticos ha traído de las orejas y de vuelta al verano. Porque te echaba demasiado de menos, y regar con ojos (y pañuelos de menta) el casco antiguo ha sido el antídoto del año.

18 abril 2009

EN CONCIERTO...



Esta vez no es un recital de poesía
ni tampoco una colaboración...
Por primera vez este miércoles cantaré todas mis canciones
en El Savor y con la compañía del genial Javi Ezpeleta

Sería un placer que nos cruzaseis...

(San Justo 28, a las 22:30)

13 abril 2009

COSAS DE NIÑOS (de más de siete niños)

Es sencillo imaginarlo. Como hacen los niños pequeños con la crin albina de los unicornios y la piel dura del lomo de un dragón. Imaginar sus ojos rojos y sus manos frías, llenando un vaso de agua a la mitad. O quizá un poco menos. Rompiendo la parte superior de un sobre que se reza dueño del sabor de las naranjas. Vertiendo el contenido en el agua y doblando sobre sí mismo el sobre, con las puntas de los dedos, lentamente, para luego remover con él el polvo de la fruta plantada en un vaso de cristal con tres dedos de agua. También puedo imaginar como tocaría su frente caliente y besaría unas décimas por encima de la media, que harían de su piel el vientre perfecto del verano de mi vida. O cómo brotan las flores del naranjo diminuto que creció en el vaso medio lleno que olvidamos a la luz de ventana. Si cerrase los ojos, podría incluso verlo. La yemas de mis dedos paseando por su brazo, rozando el umbral de las cosquillas, para luego clavar las uñas en el spring final (sí, de primavera), hasta llegar a la meta del escalofrío en forma de sonrisa con barba. Imaginar los Newtons que ejercen las falanges de sus dedos sobre una lazada en los zapatos, acostumbrados, más que al suelo, al aire que durante los terremotos se desliza entre los surcos de las suelas. Como el amor que a veces se cuela entre las sábanas de hotel en las noches de sexo. Imaginar su ropa doblada al revés, sufriendo la metamorfosis del reverso al contacto con el primer rayo de sol, sus pestañas amenazando la compostura del cielo de Londres, las teclas gastadas de su ordenador, y el olor de su cuello cuando dista de la punta de mi nariz un límite que tiende a menos infinito. Cosas de niños, ya sabes, las de poder imaginar absolutamente todo lo que quieres o de poder querer (tanto) aquello que imaginas. Además siempre tuvo un unicornio y un dragón en la caja de mimbre que guardaba sus juguetes.

06 abril 2009

PRONÓSTICO RESERVADO

1.
El paciente número uno paseaba la vida hacia atrás. Incapaz de darse la vuelta, caminaba siempre de espaldas, así que empezó a criar talones en las puntas de los pies, y los dedos de sus manos tenían sabor a codo. Dormía boca arriba, así que por lo menos conseguía librarse de los asesinatos de la mafia.
Llegó a urgencias a las veintidós treinta del sábado 21, refiriendo un intenso dolor de cabeza provocado por un golpe despistado en la nuca.
Pendiente de diagnóstico.


2.

La paciente número dos acude regularmente a consulta en psiquiatría para tratar sus trastornos obsesivo compulsivos. Uno de ellos le obliga a lavarse las manos con jabón de coco cada vez que toca algo que no sea su pelo. También se trata su ecolalia transitoria por la cual, a veces, repite de forma inmediata, fiel y sin sentido palabras o frases pronunciadas por otras personas y que acaba de oír. Además presenta una esterotipia motora, es decir una repetición reiterada e innecesaria de un gesto, que en su caso consiste en mesarse el cabello. Por todo lo anterior la paciente acude a terapia en el centro dos veces por semana, los miércoles y sábados.
Salió de su terapia el sábado a las veintidós veintidós, a las veintidós veintitrés volvió a entrar cruzando la puerta a la pata coja, salió de nuevo, volvió a entrar y a salir a las veintidós veinticuatro, otra vez a la pata coja. Continúa entrando y saliendo hasta las veintidós veintinueve del sábado 21, cuando al salir por enésima vez, justo en la puerta de urgencias, se golpea la cabeza contra un transeúnte que caminaba de espaldas.
Pendiente de diagnóstico.

3.
La paciente número tres llega en camilla a las veintidós treinta y uno. Refiere un desmayo justo en la puerta de urgencias, y presenta un nerviosismo generalizado. En las pruebas iniciales se aprecia un estancamiento de personalidad, que se ha quedado en la etapa infantil en la que se aprende a seguir con la vista y el cuerpo cualquier objeto que se cruza frente a los ojos. En este caso, la paciente se enlaza de manera directa con cualquier persona que le cruce la mirada, y se queda frente a ella mientras dure el contacto visual. Como el noventa y nueve por ciento de las personas apartan la mirada tarde o temprano, la paciente es vagabunda.
Entra en urgencias el sábado 21 a las veintidós treinta y dos, después de haber seguido la mirada de un hombre que caminaba de espaldas, desmayada al verle caer en la puerta.
Pendiente.

4.
El paciente número cuatro es uno de nuestros enfermeros. Aquejado de un excesivo celo y de un excesivo desinterés personal e interés por los demás. Acude a la salida de urgencias para socorrer a tres personas semi-inconscientes, pero justo cuando cruza la puerta empieza a convulsionar por un shock anafiláctico. Uno de sus compañeros de planta que había estado con él unos minutos antes relata ambos habían bajado juntos en el ascensor del hospital. Al entrar en éste, el enfermero golpeó sin querer a una mujer que estaba dentro tocándose un mechón de pelo y le pidió disculpas, acto seguido la mujer comenzó a hacerle burla y él sonriendo le besó la mano. El enfermero presenta alergia al coco.

5.
Es muy tierno verles follar en la sala de cuidados intensivos. Tumbado en el suelo, el paciente incapaz de darse la vuelta mira fijamente a los ojos a aquella que no le aparta la mirada. Nuestro enfermero, ya recuperado, les da de comer cinco o seis veces al día, los asea e incluso les lee novelas contemporáneas de éxito, mientras recibe un masaje en la espalda de una mano enfundada en un guante de latex que viste una mujer que se mesa el cabello de coco con la otra.

30 marzo 2009

GESTIÓN Y CONFECCIÓN

Lisérgica escena, te comento, la de la regencia de las piernas cuando el cuento acaba siendo griego. Y ya ves que las abejas se hacen la boca crema en el centro de Madrid y aquí la lengua clavel en ocho y sidra sin gaitero. Lisérgica escena también, la puta de Carmen, y el amor de su compañero, los zapatos viejos, la sonrisa en el aire y los pies infectados de todo lo que duerme sin techo. Que me encanta que llenes de risa la casa y me dejes vacío el abrazo, cuando tuerces el paso y te dejas caer por mi trozo de vida, al final de la fiesta (a la derecha) cuando a algunos les quedan vivas media neurona y media. Vente, que ya lo decía ése. Vente antes de un vente maleado en compañía y devórame el parásito de invierno que se nutre de las crías de la primavera.
Y tú vente, para siempre, corazón y devórame en lo verde. Lisérgica escena en la que tiemblas sin ver que quien te hace quemazón no es nadie más que yo. No me busques las tres bocas abiertas y tápame una con la base de la lengua. Que te crezcan mis encinas en ausencia y florezcan cuando te bebas mi vera.
Vente, vente que te quiero, vente...
.
.
.
.
.
Por un fin de semana
mirado a través
de un culo de vaso.
Porque volváis lo más pronto posible.
Porque os echo ferozmente de menos...








22 marzo 2009

POESÍA DE PRIMEROS AUXILIOS


Este martes 24 a las 22:30 en el Savor
(San Justo 28, Salamanca)

Al mando de las letras:

El hombre que
(www.el_hombre_que.blogspot.com)

A la música:

Xavi Martín, de Lila dit ça
(www.myspace.com/lilaruido)

Y una Roja servidora,
a un poquito de todo:

(www.myspace.com/rojahastadoler)



¿Nos cruzas?

16 marzo 2009

LA VICTORIA DEL PERDEDOR

El perdedor tiene los ojos oscuros y secos, y la suerte en el bolsillo derecho de la chaqueta. De esa chaqueta que viste desde que se recuerda a sí mismo, marrón e integrada casi en el trozo plastificado de su identidad. No camina lento, como quien sabe de las nubes o de las formas de las copas de los árboles, ni rápido, como si tuviera algo más que hacer que rumiarse las entrañas los días festivos. Sus pasos se clavan en los trozos de tierra sin asfaltar, intentando sembrar un poco de vida artificial, y flotan en las aceras para hacer en la ciudad el ruido de los muertos. La mirada del perdedor es su órgano vital. Directa, ladrillo cara vista, lijada, a un paso de la tristeza crónica y a dos de la serenidad. Penetrante. Tanto, que es considerada un arma blanca para quien se pone a tiro. Reniega del espejo y así evita la ley del efecto del escupitajo en contra del viento y el buscar de los perdidos. Los individuos de esta especie casi siempre mueren ahogados en su propio jugo. Encharcamiento de pulmones, o de cuentas pendientes con el tiempo, aunque el tiempo les importe medio carajo. El perdedor, ya sabes, nunca sonríe. Sólo algunas veces, al final de la batalla, cuando la medalla de oro cristaliza en el trozo de mierda que dejan a su paso, y que, ya sabes, no deja de ser su única victoria.

09 marzo 2009

EL HOMBRE DEL FARO

El hombre del faro copió en sus ojos el color que el mar tiene cuando acaricia a los peces, por eso siempre que mira algo, extiende una fina capa de salitre, que sería casi imperceptible si nadie posase el dorso de la lengua sobre ella, como una mariposa. El hombre del faro sube cada mañana noventa escalones con forma de caracol para dar los buenos días a la marea baja, y limpia con un paño blanco el gigante cristal que guarda al foco su reflectante cara. Tiene en la tez dorada arrugas, que forman los lazos de las rutas que llevan al Mar Caspio. El color de su barba es castaño, como un campo bañado en nuez moscada, y sus manos ásperas de tanto jugar a las escamas. Cena cada noche pescado, hecho a fuego lento a los pies del faro, cuando éste está apagado y lo único que alumbra son las almas que hablan con las llamas y los millones de estrellas que observan desde el cielo el sublime ritual. Viste colores claros y telas frescas que al aire ondean con orgullo el descuido masculino y sus sábanas tienen aroma a resaca dulce y bebé de ballena. Guarda en un baúl entero de madera los tesoros de dos millones de vidas. Cartas amarillentas y carcomidas por los bordes, que relee cada vez que le entra hambre de carne, tinta china y seda. Una pluma tallada en ébano, que trajo de Sri Lanka en uno de sus viajes, y con la que le escribía cartas amarillentas y carcomidas por los bordes a una mujer de labios rojos y vestidos cortos. Y una caja de cartón llena de monedas de todos los rincones del mundo, menos aquel rincón danés que se llevó en la boca la aquella mujer cambiado por sus bragas. El baúl tiene un candado de cobre roído porque siempre pensó que los pulpos hablaban latín y resolvían ecuaciones y la puerta del faro el hueco del tamaño de unas caderas, porque siempre pensó que alguien volvería reclamando unas bragas y el resto de una vida mecida por las olas.

03 marzo 2009

23 febrero 2009

CAMINO A JAIPUR

Hacía mucho tiempo que no despertaba con un hombre en la garganta. Tenía cuadradas las uñas y sus cejas olían a pimienta molida y albahaca. He despertado con un hombre en la garganta y en sus ojos dos cuencos de azafrán y hierbabuena, especiada la parte alta de la espalda. De su espalda.
Dicen que a veces, cuando cierras los ojos y los vuelves a abrir despiertas en un párpado de buey, colocado en la última pared de una casa verde, fundida y orientada en la parte asiática de la entraña de Turquía. Despiertas con el grito agudo de las mariposas posadas en la ventana, y el olor a fresa de la hierba recién cortada rajando el epitelio de tus fosas nasales. Un epitelio plano estratificado y no queratinizado, rajado con el cobre de la hoz de las frambuesas. Y aquí, en este lugar, situado en el justo y aristotélico exacto punto (medio) de los ojos entreabiertos y cerrados, entre sábanas color hueso bordadas a mano, por ancianas madres del resto del mundo, por ancianas falanges de los grumos de la tierra, por difuntos arañazos de las manos de los restos de los sueños. Allí despiertas con un hombre en la garganta, que hace equilibrios entre tus cuerdas vocales, especiando el vaivén del funambulismo con el caldo de tu sangre, soplando del cuenco de sus ojos, cuadrando en sus cuadradas uñas el mapa de un par de escalofríos. Despiertas con el hombre de tu vida en la encrucijada aérea de la garganta, y cuando despiertas, coges con saña un abrecartas, cierras los ojos con la fuerza de las apisonadoras y lo introduces hasta el fondo de tu páncreas, porque al fin y al cabo quedan más de cuatro horas de vuelo.




15 febrero 2009

Silogismos

Tengo en una arruga
.
todo tu intestino.
.
Si tienes hambre
.
tendrás que hacerte viejo
.
en el pliegue de mi axila.

19 enero 2009

LA ÚLTIMA HOJA

(A la desaparición de la hoja del lector de Tribuna Universitaria después de tantos años salvándonos los lunes)

Recuerdo haber prometido no volver a comer turrón, ni a tomar café en esa cafetería, ni a escaparme en un autobús, ni a salir de compras con todas las tarjetas de crédito, ni a decir exactamente siempre lo que pienso. Juré no volver a enamorarme, ni a beber tequila, ni a dejarlo todo para la última semana. Y en cambio lo he terminado haciendo, comiendo, bebiendo, comprando, y gritando. Así, me asomo por aquí antes de febrero desdiciéndome porque al lunes le alcanzó la muerte súbita después de que le extirpasen de urgencia la última hoja. Y vestida la lengua de luto le doy las gracias a Tribuna Universitaria, por haberme dejado asomar las letras de vez en cuando y meterme así entre manos ajenas, colarme un poco en la vida de aquellos que me hayan leído alguna vez en papel, perdiendo con ello un trozo de su tiempo. A ellos más que gracias. Y termino diciendo que ha sido un honor estar en la misma página que esa gente que escribe tan bien, que como ya te dije, me parece increíble que no viva de ello. Que voy a echar de menos sorber el antídoto del lunes desparramado en un trapo, y que el mejor texto que he leído en mi vida sigue siendo El pabellón de los ciegos. Supongo que ya sólo nos queda mudarnos al domingo y escribir nuestra historia en otro formato.