Porque hay a quien le gusta el olor reciente de un café cortado. Porque hay quien grita "touché!" cuando se encuentra una mirada diferente. Porque cruzar en rojo da la vida y con los ojos cerrados se llega antes a ese otro lado adictivo, furtivo y agridulce. Porque las entrelineas guardan los secretos y ayudan a imaginar. Bienvenidos, pasen y lean...

23 agosto 2010

Los mosquitos de Shanghái

Hay una especie de mosquitos que viene a morir a mis bombillas. Sus pequeñas alas dejan de moverse y dibujan tirabuzones en el aire antes de estrellarse en el parqué. Me recuerdan a esos primeros aviones rusos. Me pregunto qué hubiera pasado si el Ilya Muromets hubiera venido a morir a mi lámpara de araña.
Mi suelo no tiene nada que envidiar a un cementerio, a una alfombra negra y crujiente. A un festín tercermundista. Absolutamente nada.
Siempre imagino su largo viaje de muerte. Batir las alas en el Índico, después de haber estado horas pegados a las lámparas de papel de los burdeles chinos, de haber atravesado el vaho que deja el sudor de las prostitutas sedosas de Shanghái perfectamente vestidas de ácidos colores y zapatos pequeños. Muy pequeños. Supongo que solo los animales que lo han visto todo tienen la capacidad de elegir el momento de morir sin ápice de miedo. Y el lugar.
A veces me dan pena, y entonces me visto y bailo como esas prostitutas de porcelana, para que los últimos segundos en el techo hagan el boca a boca al resto de las especies, y se sientan como en casa.

09 agosto 2010

PAC-MAN

Te mueves como un puto pez de circo por calles oscuras. Uno de esos mojados y rápidos, que en el número final del espectáculo dejan al aforo boca-abierta y las focas aplaudiendo encima de sus graciosas pelotitas, los payasos muertos de envidia y el domador de leones, los leones, el equilibrista en salto mortal aplaudiendo también, palomitas por el suelo, los dulces de colores, elefantes, las siamesas japonesas retorcidas, la barbuda, el gigante y el enano y los cocodrilos y los niños. Los niños no quitándote ojo en el final de tu número final, en el que te ganas a pulso un par de filetitos de pescado fino como premio, ya sabes, el reflejo condicionado, Pavlov hablando en ruso, la saliva...
Y no solo te deslizas, angosto y boquiabierto, además te tragas todas las luces amarillas. El terror de las farolas de Elm Street y de todo aquello que genera energía lumínica, nuclear, potable. Y vuelves al circo a enseñar lo aprendido mientras tu estómago se llena de cristales masticados de bombilla y los dosmilquinientos ojos en pie a 360º (no se ya si centígrados también) vuelven a hacer piruetas y aplauden y ríen y lloran y gritan y otros dos trocitos de pescado caro para el pez, por favor.

Pobres fantasmas de colores. Creo que no saben lo que son y te persiguen como medusas y se creen peligrosos porque ignoran que tienes los bolsillos llenos de mi, y que te da igual consumirme en moneda pequeña. Y yo siempre te digo que me caces uno. Que yo lo cuido y que prometo no ponerle esa ropita ridícula de perro. Y siempre me dices que no, que va a ser imposible levantarme a las 7 de la mañana para que los saque a pasear por calles negras los días de diario.

Pero te lo advierto, ni aunque te gastes todos los ahorros de vida tras vida en el siguiente insert coin, amor, no me voy a cansar de ver al rey del barrio llenándose la boca de frutitas rojas. Además, el lanzador de cuchillos tiene acorralado al dueño delgaducho del local. Hoy aquí no se cierra hasta que las vidas extras nos salgan por las venas.


*Nota a tus pies:

El nombre original de Pacman es "Paku-Paku", que en japonés significa comer. Al llegar a Estados Unidos cambiaron el nombre del juego, debido a las similitudes entre las palabras "Puck" y "Fuck".


El mejor jugador del mundo Fue Billy Mitchel que hace más de 20 años consiguió una puntuación de 3.333.360 puntos llegando al nivel 255 (penúltimo nivel) con la primera vida. A partir del nivel 18 los fantasmas no se vuelven azules.

Hay 256 niveles.
Adelante, valiente...