Porque hay a quien le gusta el olor reciente de un café cortado. Porque hay quien grita "touché!" cuando se encuentra una mirada diferente. Porque cruzar en rojo da la vida y con los ojos cerrados se llega antes a ese otro lado adictivo, furtivo y agridulce. Porque las entrelineas guardan los secretos y ayudan a imaginar. Bienvenidos, pasen y lean...

30 diciembre 2007

INTACTA


A tientas sorbo las gotas de luz blanca que espiran con calma los poros inertes de la persiana. Y mientras encuentro tres trozos de mí en raya. La pereza enganchada en el rosario de la espalda. Una esquina pecando de curva en la calle Argentina. Diciembre casi fragmentado en un espejo de retina. A tientas despierto. Mientras gritas no te muevas, a tientas, disparas. Y yo... a tientas, intacta.



Fotografía de Aitor Martín

17 diciembre 2007

CÓMO LLAMARME...

Hicimos un trato y me has jodido.
A dos centímetros de mi boca.
Antes de que existiese eso que llaman antes.
Después de que las vueltas atrás se mordiesen la cola.
Te lo dije,
cambiaría de nombre.
Prometiste
ni un te quiero.
Como Lisa y Fran.
Como un volcán.
Hicimos un trato y me has jodido
porque ahora no sé
cómo llamarme.

09 diciembre 2007

PARANOIA


Flotaba con los brazos en cruz, con un vestido negro de seda mecido por las olas.
Dibujaba ondas que me rozaban las piernas como medusas negras de gasa, guardianas de mi mente en blanco.
Flotaba mirando el cielo, escuchando el susurro del mar mezclado con el de mi respiración lenta. Cerré los ojos y seguí respirando. Rumor. Susurro. Nada.
Cuando desperté mi pecho empezó a latir deprisa. La corriente me había llevado al norte. Lejos. Nadé agitada hacia la orilla. Salí del agua y empecé a correr descalza por una calle con aire azulado, clavándome en los talones los círculos granates de acera. Corría mientras me perseguían tres hombres vestidos con un uniforme oscuro. Tres policías franceses gritándome a la espalda. Perdía la respiración, girando en esquinas con la planta de los pies masticada. Alguien me agarró del brazo en una curva. Era Javi. ¿Cómo había llegado él a Niza? Huímos hasta una estación. Entramos chocando con la gente. Subí a un tren que me resultaba familiar, un tren que había cogido antes, alguna vez, pero no lo recordaba. Las paredes eran blancas, y una mujer rubia a mi izquierda se sujetaba a la barra metálica del techo. El tren empezó a moverse y Javi me despidió con la mano, desde fuera.
Me acerqué a la mujer y le pregunté por el destino del tren. Me miró, levantó los hombros y volvió la cara. No lo sabía. A los pocos segundos se abrieron las puertas y bajé. Caminé hacia delante sin mirar atrás. Sabía que ya no había nada, que el tren, la mujer, y la vía se habían esfumado.
A la salida la luz artificial creaba un ambiente extraño. En el fondo se dibujaba una recepción acristalada con luces parpadeantes, inquietantes. Cuatro recepcionistas, con blusa blanca y nariz aguileña me ignoraban. Intenté hablar, gritar, pregunté varias veces como podía salir pero no escuchaban, no miraban.
Quedaba poco tiempo y nadie debía enterarse de que me había ido.
Detrás del mostrador había despachos pequeños, con paredes falsas de detective borracho, papeles por el suelo y humo condensado. Un hombre mayor, me hizo un gesto con la mano. Fui hacia él. “Aquí no hay salidas, solo bajadas...”. Me mostró un monitor en el que se veían decenas de pisos y pasillos bajo el suelo. Eran habitaciones oscuras, pequeñas. Iba mostrando diferentes apartados. En un pasillo personas disfrazadas estaban en pie, el amarillo de las telas resaltaba con el negro del suelo. En una habitación cuatro personas con rasgos esquimales se encontraban sentadas entorno a un plato con arroz blanco en el fondo y una cara encima, con sus mismos rasgos y los ojos cerrados. Uno de ellos sujetaba un tenedor. Enfocó otra habitación con una mesa de madera, en la que unos tipos cortaban droga en pasta y unas manos grandes se manchaban de verde.
El hombre del despacho retiró el monitor y me puso una mano en el muslo. Un nudo en el estómago empezó a retorcerse. Di la vuelta y corrí hacia el ascensor. Entré y las puertas de metal se cerrararon a mi espalda. Cerré los ojos. Cuando los abrí dos medusas negras se chocaron contra el techo de mi habitación.





Habéis pasado la noche conmigo...
Soñado hace unos días...
tal y como está escrito.
¿Alguien se atreve a interpretar?

03 diciembre 2007

AMENAZAS

Amenazan con desanidarme,
con inyectarme agujas
sin sangre.
Amenazan con llevarme
clavando...
Salones
calando...
Los tacones me amenazan
hechos polvo,
amenazo con un polvo
con tacones.