Podría decirte que hay quien confunde el cajón de mi ropa interior con la lengua de una geisha, o que cambié de planes para comerme a cucharadas el número dieciocho de la carta del Mandala. Podría hablarte de la médula espinal de los paraguas y del terciopelo rojo de la lámpara que vive esquinada en mi salón. Quizá te contase la leyenda del hombre que se convirtió en fibra muscular, la teoría encendida de la luciérnaga apagada, y el cuento de la carne de aceituna de un olivo en la carretera. Descansaría siete segundos para beber un trago de tequila de contrabando (directo desde la Ciudad del Viento hasta la veleta incompetente de mi comisura), y (te) confesaría que (a mí) me gusta hacerlo a secas y enfrente de un espejo, y que odio la sopa. Te diría lo poco que me importa la huelga de transportistas, pues sólo desayuno flores de naranja y corazones que ruedan, solos, por la calle Compañía. Te hablaría de una marca de nacimiento con forma de estrecho de Gibraltar, de musas que mandaron a la mierda el paro, de los ojos de buey (morados), del terremoto de Lisboa, las plumas de las nubes y la república independiente de mi cama. Del delirio nihilista, de las cinco letras de mi nombre o de la relación proporcional que existe entre los kilos de césped recién cortado y la intensidad del olor a sandía. Del síndrome del ascensor en la biblioteca, de incienso de menta, del maullido de los perros con tacones, del cayado de la aorta y de que Nadal cree que soy pelirroja. Te diría que el parqué derretido es una droga dura, que las cosas sí son lo que parecen, o incluso peor, que siempre quise tener un maestro de esgrima... Pero entonces, sabrías demasiado y no me quedaría más remedio que matarte o hacerme un cinturón con tus cuerdas vocales.
Porque hay a quien le gusta el olor reciente de un café cortado. Porque hay quien grita "touché!" cuando se encuentra una mirada diferente. Porque cruzar en rojo da la vida y con los ojos cerrados se llega antes a ese otro lado adictivo, furtivo y agridulce. Porque las entrelineas guardan los secretos y ayudan a imaginar. Bienvenidos, pasen y lean...
16 junio 2008
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15 comentarios:
¿Sabes qué? que tenias razón y me ha encantado... una vez más...
Cada frase esconde un secreto que estaría dispuesta a escuchar aunque a cambio tuviera que dar mis uñas para hacerte púas de guitarra...
Un delirio en forma de ensueño...
Grande, te echamos de menos por Madrid :)
Si intentara entender todo esto, y lo consiguiera, me mereceria un premio. eres intrigante, y mas dificil de entender que la piedra rosseta, o como se escriba xD
un beso desde madrid.
Pues por pedir, me pido que estés sin hacer nada, solo a mi lado, en vez de matar o hacerse cinturones :)
Besicos
Como siempre desconcertante. Me ha gustado. Pro auún me tiene sun secreto que revelar, tu relación con mi profesión y coin la ciudad en la que vivo, ke soltaste la perla pero no aclaraste jeje.
CYBRGHOST
Desgarrador, directo, siempre sorprendente. Un beso.
Y aun así me arriesgaría a pedirte que me ilustrases con todo eso... y mucho más. Valdría la pena correr el riesgo.
Un fuerte abrazo desde el Otro Lado.
Te entiendo perfectamente y te imagino coloreando el cielo con la intensidad crepuscular de cualquier atardecer.
Yo juro que no se nada.
Siempre sosprendentes tus letras.
Saludos.
Pues mejor que no le digas nada, sí... Pero qué bien que te hayas desahogado con nosotros.
¿Sabes? Al colgar mi foto_roja en mi último post, pensé en ti, en que esos zapatos carmín y esas piernas podrían ser tuyas.
Besito, caperucita
atrapas, como suele pasar.
Cuánto de esto nocurre por dentro y cuando corre por fuera?
besos, siempre impecable!
No sé si lo que me escribiste con respecto a Quique González era ofensivo o no. La verdad es que no he escuchado nada suyo aparte de una canción que hizo con Ferreiro. Así que no, no lo copié. Las estelas están ahí para que la gente las rescate y las utilice. Por mi parte te diré que este post es lo más luminoso y brillante que he leído en meses. Un beso rayado.
Le diriras que estas un poko viva.
Y que la cabecita funciona.
Yavestú!
Roja!
Cuántos desayunos en la calle Compañía... (suspiro)
Beso gordo
Arráncame las cuerdas vocales porque no he cerrado los ojos para no leer tus secretos.
Arráncamelas porque no podría evitar hablar sobre ellos tratando de entenderte.
Y luego mátame también,porque sabes que volveré a caer, que nunca podré evitar leer las líneas que regalas cada semana. Mucha suerte,meniña.
"...no tendre mas remedio que matarte y hacerme un cinturon con tus cuerdas vocales..."
genial!
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